En una entrevista para el programa “Mañana Fantástica” , René Galván, licenciado en historia recordó la figura de Juan Felipe Ibarra al cumplirse un nuevo aniversario del paso a la inmortalidad.
Como un emblemático defensor de la autonomía provincial, hoy más que nunca se recuerda y fortalece el legado de Juan Felipe Ibarra, quien encarnó los valores del federalismo defendidos por los próceres de nuestra historia. René Galván destacó a Ibarra como el líder que gobernó Santiago del Estero durante más de 30 años, un hecho sin precedentes en la historia de la provincia.
Juan Felipe Ibarra nació en Villa Matará el 1 de mayo de 1787, un antiguo asentamiento de aborígenes sometidos y bastión en la defensa contra los indígenas del Chaco. Era hijo de Felipe Matías Ibarra, Sargento Mayor de la frontera del Salado, y de María Andrea Antonia de Paz y Figueroa. La familia Ibarra, de notable linaje hispánico colonial, contaba con estancias y miembros dedicados a la vida militar y religiosa. Tras quedar huérfano de padre, su tío paterno, un sacerdote, lo educó en las primeras letras y en la doctrina cristiana. Con el respaldo de su madre y la ayuda de su tío materno, el Presbítero Juan Antonio de Paz y Figueroa, fue enviado a completar sus estudios en el Colegio de Monserrat en Córdoba, con la intención de seguir la carrera religiosa. Sin embargo, debido a problemas económicos, regresó a Santiago del Estero, donde comenzó su carrera militar.
En 1806, Ibarra fue uno de los voluntarios santiagueños que marcharon a defender Buenos Aires durante las invasiones inglesas. Posteriormente, en 1810, se unió al batallón de Patricios Santiagueños organizado por Juan Francisco Borges, un acontecimiento que marcó un antes y un después en su vida militar. Se incorporó al Ejército del Norte y participó en las batallas de Potosí, Huaqui, Las Piedras, Tucumán, Salta y Sipe-Sipe. En 1817, Manuel Belgrano reconoció su desempeño y le otorgó el grado de Capitán, designándolo Comandante General de la frontera de Santiago del Estero con base en el Fortín de Abipones.
La etapa decisiva en la vida de Ibarra comenzó en 1810, cuando se unió a la 3ª Compañía de Patricios Santiagueños bajo el mando de Juan Francisco Borges. Su participación en el Ejército del Norte le permitió no solo adquirir valiosa experiencia militar, sino también establecer importantes conexiones políticas. Sirvió bajo las órdenes de figuras clave como Francisco Ortiz de Ocampo, Juan Martín de Pueyrredón, José Rondeau, José de San Martín y Manuel Belgrano, quien lo nombró ayudante de campo en el estado mayor. Posteriormente, Belgrano estableció la Comandancia General de Fronteras en el fuerte santiagueño de Abipones, donde Ibarra fue destinado en 1817.
En 1820, Ibarra fue elegido gobernador de Santiago del Estero tras la declaración de autonomía de la provincia. Este momento es crucial en su carrera, ya que Ibarra jugó un papel fundamental en el proceso que llevó a Santiago a separarse de la Gobernación de Tucumán, a la que había pertenecido desde 1814.
En el convulso año de 1820, Tucumán había decidido crear la República del Tucumán, encabezada por Bernabé Araoz y que incluía a Santiago del Estero y Catamarca. La gestión de Araoz generó descontento en Santiago del Estero debido a las irregularidades en la elección de representantes para la nueva República. Fue en este contexto que los cabildantes santiagueños convocaron a Ibarra, un líder con una sólida carrera militar y amplias conexiones políticas.
A fines de marzo de 1820, Ibarra regresó de Abipones, entró en la ciudad y lideró los enfrentamientos contra las tropas tucumanas al mando del capitán Echauri. Las notables escaramuzas alrededor de la Iglesia de Santo Domingo, en el centro de la ciudad, culminaron con la victoria de las fuerzas de Ibarra. Esta victoria le permitió asumir el cargo de gobernador, y el 27 de abril una asamblea de vecinos declaró la autonomía de Santiago del Estero.
Después de asegurar la autonomía provincial, Ibarra ocupó el poder ejecutivo de Santiago del Estero desde 1820 hasta su fallecimiento en julio de 1851, con solo breves períodos fuera del poder. Su largo mandato superó en duración a los gobiernos de Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires, Estanislao López en Santa Fe, Celedonio Gutiérrez en Tucumán y Manuel López en Córdoba.
La figura del caudillo Ibarra sigue fascinando a lo largo de la historia argentina como un símbolo de liderazgo, carisma y poder. Su legado, reflejo de amores y odios en las distintas provincias, dejó una huella imborrable en la historia nacional.