El obsequio se encuentra en el comedor de su casa, en General Pico.
En el comedor, el corazón de la casa de General Pico, en la provincia de La Pampa, de Ramón Dupuy y Silvia Gómez; los abuelos de Lucio atesoran los regalos con imágenes de su nieto. En la heladera están los imanes que les han obsequiado a quienes concurrieron a cada marcha en la que pidieron Justicia. De las paredes cuelgan un cuadro pintado por un artista local y un mural de un vendedor de vinilos de la zona. Pero junto a la mesa auxiliar que está en un rincón, y que da al divisor de la cocina, hay un retrato muy especial.
Ese portarretrato llegó desde las manos de los papás de Fernando Báez Sosa, el estudiante de abogacía al que mataron a golpes a la salida de un boliche de Villa Gesell en 2020. Este lunes se conocerá el veredicto contra los ocho rugbiers acusados del crimen.
El regalo de los papás de Báez Sosa es una foto de Lucio, en la que se ve sonriente en su bicicleta al nene que fuera asesinado el 26 de noviembre de 2021 por su madre, Magdalena Espósito Valenti, y su novia, Abigail Espósito, ambas halladas culpables este jueves por el delito de homicidio por el Tribunal de Audiencias de Santa Rosa. El chico tenía 5 años.
Con esa sonrisa de la foto se lo ha conocido al niño en estos pocos más de dos años en que su asesinato conmovió a la sociedad, imagen que su familia enarboló para pedir Justicia. Esa misma sonrisa inunda los imanes de la heladera, el cuadro pintado a mano en blanco y negro y el mural donde el niño viste la camiseta de Boca, que lleva el símbolo del infinito con una frase que reza: “En tu memoria”.
Ramón, en diálogo con Infobae, se levanta de la silla para contar la historia de cada imagen que rodea el día a día de estos abuelos atravesados por el dolor, aunque el regalo de los Báez Sosa tiene un significado especial. Mientras lo toma entre sus manos, el hombre que trabaja como pochoclero acaricia la foto de su nieto, y explica con la voz quebrada: “Me lo regaló Graciela, la mamá de Fernando, junto con Silvino en el Congreso, cuando nos juntamos la primera vez”.
Ramón no puede precisar la fecha de esa conexión que surgió ante la tragedia de ambas familias y tras la entrega del portarretrato, pero guarda con emoción el gesto de los papás de estudiante de abogacía asesinado. Y agrega: “Nos abrazamos en el dolor por Lucio y por Fernando”.